Por error involuntario, no había publicado este artículo enviado por el confinado Jonathan Blasini, del Anexo 296 máxima seguridad en el Complejo Correccional de Guayama, enviado a nuestra página el pasado 30 de noviembre de 2008. Al hermano ñeta le digo: "perdoname esta" y a los amigos de Facebook espero que la disfruten. Portavoz de Bonifacio
Mi voto fue contado
Por: Jonathan Blasini
Anexo 296, máxima seguridad
El pasado 4 de noviembre del 2008 se llevaron a cabo los comicios electorales en el Estado Libre Asociado de Puerto Rico; donde miles de personas esperaron con ansias ese día por los postreros dos años del cuatrienio ya saliente. Confinados boricuas ejercieron su derecho al voto en la Isla.
En lo que a mi respecta, ese día en particular se ha convertido en uno de igual o mucho más importancia al día de Navidad, sin obviar la relevancia histórica diferencia y religiosa este último, pero valga la redundancia y a la diferencia del 25 de diciembre, el día designado para las elecciones yo fui a las urnas y escribí mi propia historia, hasta que mi voto fué contado.
Mi voto no es uno ordinario, es aquel por el cual se hace historia, por la sencilla razón a que me encuentro inhumado dentro de una selva de asfalto y barrotes llamada prisión. Sin embargo, este infierno terrenal solo pudo aprisionar mi cuerpo y no mi mente, tampoco mi espíritu y mucho menos mi manera de pensar, que hace alarde de su libertad como león rugiente en una jungla infectada de cazadores forajidos durante las actividades electorales.
El derecho al sufragio universal fue adoptado en la historia luego de la revolución francesa en el 1789 y se ha cumplido en casi todos los países del mundo y a múltiples sectores sociales, siendo así que la conocía “nación de la libertad” extendió este derecho a las personas de color y a las mujeres en el siglo 20 y hoy en el siglo 21, tienen su primer presidente afroamericano elegido por el pueblo, para el pueblo y del pueblo. Asimismo se conoce que nuestro país ha hecho su aporte en la historia política, social y económica internacionalmente hablando, colocándose entre los países primeros al desplegar el voto a la comunidad confinada, propiciado en la década de los ’80 y promovido por la precursora del Comité de Amigos y Familiares de Confinados, nuestra madre, Doña Trina Rivera de Ríos, y muy bien visto por la comunidad internacional de las naciones unidas.
Tengo que señalar, el mundo y los tiempos cambian y la lucha armada forjada por los burgueses, campesinos, artesanos, agricultores franceses para hacer valer la igualdad de los derechos, y por nuestros pilares de las décadas de los ’70 y ’80, (independientemente de su ideología carcelaria) ha trascendido a otro nivel, donde la inteligencia y la tolerancia han sido anclas fuertes en esta batalla librada en contra de Miguel A. Pereira Castillo.
Nuestra política social y económica es distinta a la que se le presentó al pueblo de Puerto Rico en el período de incumbencia del Sr. Pereira. Fuimos perseguidos, hostigados y, en muchas ocasiones, hasta golpeados abusivamente por funcionarios públicos de lo cual el Administrador de Corrección, el Secretario de Justicia, Sr. Roberto Sánchez Ramos y el pasado gobernador Aníbal Acevedo Vilá se les dio conocimiento a través de remedios administrativos radicados por los confinados, demandas incoadas en los tribunales estatales y federales, y misivas formales dirigidas a La Fortaleza sin resultados prometedores, convirtiendo así la tiranía y crueldad en uso y costumbre de la Agencia.
No obstante, ese día llego; salió el sol, un nuevo amanecer, pero una batalla que pelear, mi intuición de guerrero me hizo saborear la victoria con anticipación. Todos mis compañeros se presentaron al campo de batalla con sus armas y escudos en mano, pero esta vez no con espadas, tampoco lanzas o pedazos de hojalatas y de hierro para protegerse del ataque del enemigo. Llevaban su raciocinio como yelmo de salvación, su arma un simple bolígrafo, sus escudos no lo necesitaron ante un contrincante que huía despavorido por su propia conciencia.
En fin, llegue a mi trinchera, donde yo era el dueño y señor absoluto. Recargué, apunté y disparé tomando en cuenta que mi voto no seria en vano y, aún así, no bajé la guardia y me dije: ¡la pelea valió la pena! y no claudiqué hasta que mi foto fué contado.
Esto puso fin a la dictadura más rampante dentro del Departamento de Corrección y Rehabilitación, la Administración de Corrección y al déspota más retrograda en la historia del sistema carcelario por subsiguiente al inepto y traidor; Aníbal Acevedo Vilá; hoy ex Gobernador de Puerto Rico y mañana podría ser uno de nosotros.
Amado lector: “que ironía de la vida” ¿verdad?, pero no importa porque a fin de cuentas mi voto fue contado. Jajajaja. . .
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